Compañía: Torrearte
Precio: 5€
Edad recomendada: Adultos

Acercarse a los recuerdos a través del humor nos permite ver el pasado con cierta perspectiva y distanciamiento. Y, si esos recuerdos no son buenos, nos ayuda a que miremos, reflexivos, pero sin necesidad de volver a vivirlos y sufrirlos de nuevo. Reírse de uno mismo y de lo que pasó permite, sin embargo, intuir la esencia y su complejo efecto y revisar los errores de ayer para no volver a repetirlos hoy.

“El florido pensil” nos muestra momentos de esa “escuela” de la época franquista que vivimos hace años en nuestra infancia. Andrés Sopeña y la magnífica adaptación teatral de sus textos, de Tanttaka Teatroa, lo hacen con humor, sí, pero siempre apuntando a esa esencia, obligándonos a través de la reflexión a no olvidar para no repetir.

Dogmas simples y absurdos. Su repetición constante para convertirlos en verdad. Imposición autoritaria de los mismos por “el sistema” en todos los ámbitos, para que esa pseudo verdad sea la única verdad. Prohibición explícita de pensar por uno mismo, eliminando cualquier posible opción crítica. La continua imposición de “lo moral”, de los comportamientos y el exhaustivo control de lo que es “bueno” o “malo”. El siempre presente enemigo con quien poder justificar lo injustificable apelando a miedos y sentimientos primarios y tan poco racionales.

Tan lejano parece…

Jaime Laorden