Entorno urbano

Hoyo de Manzanares, como otros muchos pueblos de los alrededores, tiene su origen en la repoblación llevada a cabo por pastores segovianos en la sierra madrileña tras la reconquista del territorio.

Anteriormente, poco sabemos de cómo era la vida al abrigo de la Sierra del Hoyo y las únicas pistas disponibles de nuestros antiguos pobladores, se limitan a las dos tumbas antropomorfas labradas en bloques de granito que pueden verse en el cementerio municipal y que al parecer datarían del siglo V o VI d.C.

En la etapa de dominación musulmana, existía a lo largo del territorio una línea defensiva formada por torres vigía a la que debió pertenecer la Atalaya de la Torrecilla, cuyos restos se encuentran en los terrenos de la Academia de Ingenieros del Ejército y que según los expertos (Caballero, L. y Mateo, A.: “El grupo de atalayas de la sierra de Madrid”. Madrid del siglo IX al siglo XI. Madrid, 1990. pp. 65-77)  formaría parte de los sistemas defensivos califales del siglo IX junto con su torre pareja, la conocida atalaya de Torrelodones (si bien esta poco conserva de su imagen original tras las numerosas restauraciones de que ha sido objeto).

Con la creación del Real de Manzanares por Alfonso X el Sabio, al que pertenecían tanto Hoyo de Manzanares como otros diecinueve municipios de los alrededores, comenzó el crecimiento de la comarca al convertirse el entorno en coto de caza de la monarquía y la nobleza, así como lugar privilegiado para el aprovechamiento de pastos, leña, piedra y otros muchos recursos naturales.

A mediados del siglo XVII, Hoyo de Manzanares alcanza el título de Villa. Contaba entonces con una población entorno a los 70 habitantes y escasas construcciones entre las que sin duda, destacaba la Iglesia de la Virgen del Hoyo, antigua patrona de la Villa que con el paso de los años se convertiría en dos, la Virgen de la Encina y la Virgen del Rosario. La iglesia parroquial, hoy convertida en el Teatro Municipal Las Cigüeñas, comenzó a construirse en el siglo XV en piedra berroqueña procedente de las canteras de la localidad. Era una iglesia pequeña, de una sola nave, con dos capillas adosadas a ambos lados del crucero y un pórtico en el lado sur, siguiendo como es lógico el modelo de las iglesias segovianas, puesto que esta y no otra era la procedencia de los fundadores de Hoyo de Manzanares. Este edificio se terminaría de construir en el siglo XVII con la colocación de la espadaña y campanas, coincidiendo más o menos con la obtención del título de Villa.

El crecimiento de la localidad hizo que a mediados de los años 70 la primitiva iglesia se quedase pequeña para acoger al creciente número de fieles que venían a instalarse en el pueblo de manera permanente; esto unido a los numerosos desperfectos en la cubierta del templo animaron a la Cofradía de la Virgen del Rosario y las autoridades eclesiásticas a realizar una permuta con el Ayuntamiento cediendo el antiguo templo a cambio de los terrenos para la construcción de la actual Iglesia de la Virgen del Rosario. Tras las reformas oportunas llevadas a cabo al inicio de los años 80 y donde el antiguo pórtico del siglo XVI fue sustituido por el actual y las cubiertas y antiguas dependencias modificadas para poder acoger el graderío, el edificio quedó convertido en Teatro Municipal reservando únicamente la capilla de la Virgen de la Encina, en el lado norte, para albergar a la patrona de Hoyo de Manzanares.

Elementos característicos

El agua

El agua siempre ha sido un elemento muy presente en Hoyo de Manzanares. A pesar del nombre del municipio, el Río Manzanares no discurre por nuestra localidad, sino a unos 10 Km., en el término municipal de Colmenar Viejo. Hoyo de Manzanares cuenta sin embargo con algunos cursos de agua permanente de escaso caudal como el Arroyo de Trofa y el Manina y diversos arroyos estacionales.

La importancia del agua estriba en que antiguamente se atribuía a los manantiales locales la causa de la escasa mortalidad y la buena salud de los habitantes de la Villa. Según algunos autores, esto se debía sin duda a las aguas cárdenas, aguas que fluían por el subsuelo granítico impregnándose de la radiactividad de este antes de brotar a la superficie y que obtenía de este modo propiedades saludables o curativas.

El principal punto de abastecimiento de agua de la localidad era la fuente del caño, una fuente de estilo serrano construida en granito y con poyos para ayudar al llenado de cubos y vasijas. La fuente data de 1845 y en la inscripción que se conserva podemos leer que se construyó siendo alcalde, Juan Blasco. Una obra de canalización y abastecimiento de agua a mediados del siglo XIX facilitaría tanto la vida cotidiana de Hoyo de Manzanares en un momento en que desde luego no existía agua corriente en las casas, que esta pequeña obra de infraestructura bien merecía la inscripción.

La Plaza Mayor

Es un lugar emblemático de nuestro municipio, en ella se concentran muchas de las actividades de las Fiestas Patronales, espectáculos, conciertos, Ferias y Mercados, eventos gastronómicos, mítines y reuniones vecinales con fines diversos. Es casi el centro geográfico del casco urbano pero además es el centro neurálgico de la vida de la villa, honor que comparte si acaso con la Plaza de Cervantes en las noches de verano.

Las primeras referencias a la Plaza Mayor datan del siglo XIX y tan solo se alude a un espacio con pocos datos descriptivos donde se encontraban la Casa Consistorial, edificio principal de dos plantas en cuya planta baja se ubicaba además la escuela, la taberna y la cárcel.

Sabemos que antes de la Guerra Civil, la distribución de la Plaza Mayor era muy diferente a como la vemos hoy en día y muestra de ello es la antigua maqueta que se conserva en el Centro de Cultura.

A principios de los años 50 y dentro del Plan de Regiones Devastadas llevado a cabo para la reconstrucción de municipios, se construyó el edificio del Ayuntamiento actual, con la torre lateral en que todavía vemos su balcón presidencial y su reloj. En años sucesivos, se planificó la construcción de los edificios laterales de la Plaza para albergar viviendas destinadas a familias desfavorecidas. Así la Plaza acabó siendo una plaza porticada en tres de sus lados, en la que el Ayuntamiento quedó incluido en su lado norte. Esta es la razón de que hoy podemos ver la torre del Ayuntamiento, descentrada.

En los años 70, el suelo de la Plaza era de tierra prensada y se permitía el acceso de vehículos al interior de la misma. Con el tiempo, los usos de la Plaza Mayor cambiaron en gran parte debido a la compra sucesiva de las viviendas particulares para uso de dependencias municipales (Archivo, Urbanismo, Policía local y Oficina de Turismo entre otras), hoy en día la Plaza es peatonal y el lugar preferente para el encuentro de iniciativas municipales, empresariales, políticas y vecinales de todo tipo.

La Plaza de Cervantes

Se encuentra a escasa distancia de la Plaza Mayor y tras su última remodelación en los años 90 es hoy una plaza empedrada en granito y flanqueada del Centro de Cultura (edificio que data también de los años 90) y de la clínica municipal. Esta segunda construcción se realizó sobre los restos de las antiguas escuelas Carlos Ruiz, tal como pude observarse un el dintel de la parte trasera del edificio, que era la entrada de la antigua escuela.

Los documentos del archivo municipal muestran las malas condiciones en que se encontraba el edificio de la Escuela en los años 60. La Escuela contaba únicamente con dos aulas, una de chicos y otra de chicas y el tejado de una de ellas estaba en tan mal estado que fue preciso dejar de usarla teniendo que repartirse el alumnado en horario de mañana y de tarde.

Finalmente la escuela se trasladó al antiguo sanatorio de tuberculosos, edificio viejo del actual Colegio de la Virgen de la Encina, donde según la leyenda popular Camilo José Cela pasó algún tiempo y de esta estancia tomó inspiración para su novela Pabellón de Reposo.

En la Plaza primitiva se encontraban también las casas de los maestros, que debían alinearse con la Avda. de la Paloma y que desaparecieron con la remodelación definitiva de la Plaza. Hoy en día, la Plaza Cervantes es el auditorio al aire libre de Hoyo de Manzanares en época estival y en ella se llevan a cabo espectáculos teatrales y musicales dentro del programa “Buenas Noches” del Centro de Cultura así como el cine de verano.

Arquitectura tradicional

Además de los edificios principales, Hoyo de Manzanares todavía conserva muestras de la arquitectura tradicional en granito propia de la sierra madrileña. Así podemos ver en c/ Erillas o en la Avda. Juan Carlos I, casas propias de mediados del siglo XVIII formadas por la vivienda y otras construcciones menores para albergar animales domésticos y aperos, que se construían en torno a un patio interior y de espaldas a la calle. Todas las casas eran de granito de las canteras circundantes y madera de las encinas o enebros de la Sierra, de una sola planta, con cubierta de teja árabe, muros gruesos, escasas ventanas y puertas pequeñas para evitar el frío.

Poco a poco las viviendas tradicionales fueron abriéndose a la calle, utilizando sillarejo de granito mejor cortado y cemento para aislar los muros de la humedad y el frío. Además las relaciones vecinales se fueron haciendo fuertes y el tejido viario más definido y urbanizado de modo que pronto aparecieron los bancos de piedra adosados a las fachadas de las casas para conversar en la calle con otros habitantes de la Villa.

A principios del siglo XX, la actividad económica de Hoyo de Manzanares cambia ligeramente con la aparición del comercio. La población creciente necesitaba adquirir productos que no se encontraban en el pueblo, de este modo surgen las pequeñas tiendas locales, situadas generalmente a lo largo de la vía principal de comunicación de Hoyo de Manzanares (M-618 a su paso por la localidad, denominada en su tramo urbano, Calle Hurtada). Estas ya eran construcciones de dos pisos, prueba de la mejor posición económica de los propietarios, con la planta baja destinada a comercio y abierta a la calle principal y la vivienda situada en la planta superior, a la que se accedía a través de un pequeño patio-jardín por una escalera en la parte posterior del edificio.

A principios del siglo XX también comenzaron a aparecer las villas urbanas, casas de veraneantes que venían a la Sierra con la intención de encontrar reposo, tranquilidad y contacto con la naturaleza. Estas casas tienen como característica común ser viviendas unifamiliares y rodeadas del jardín. Entre las más destacadas podemos señalar la antigua Casa del Médico a espaldas de la Clínica municipal.