EL CÓLERA, EL CEMENTERIO Y EL ACUEDUCTO DE HOYO DE MANZANARES

Por Pilar García Martín.

Cuando todavía estamos luchando contra la pandemia de Covid-19 encontramos en el Archivo Municipal de Hoyo de Manzanares, tres documentos de 1833 y 1834 que nos hablan de otra enfermedad infecto-contagiosa que afectó a España: el cólera, y que, como epidemia, tuvo varios brotes a lo largo del siglo XIX. De paso descubrimos la creación del cementerio y del acueducto de Hoyo de Manzanares, muy modesto, pero acueducto al fin.

DOC. 1. ACTA DE CONSTITUCIÓN DE LA JUNTA DE SANIDAD DE HOYO DE MANZANARES. 1833

El primero de los documentos, fechado el uno de diciembre de 1833, es el acta donde se constituye la Junta de Sanidad de Hoyo de Manzanares “…con el fin de cuidar sobre la salubridad de su Población y llevar a debida ejecución las medidas sanitarias acordadas según las instrucciones con motivo de la Epidemia del Cólera Morbo, enfermedad que ya se padece en el mediodía de la Península”.

Como puede verse en la cabecera de papel sellado, reinaba entonces Isabel II aunque con la Regencia de su madre Mª Cristina de Borbón, dada su minoría de edad. Acababa de morir su padre Fernando VII, por lo que todavía el nombre de éste aparece en el timbre del documento como FERD VII, y el papel de oficio tuvo que ser habilitado con la frase “Valga para el reinado de S.M Sra. Dña. Isabel II”. España ya estaba inmersa en una guerra civil, la Primera Guerra Carlista, provocada por la disputa en la sucesión al trono.

Se acuerda que la Junta de Sanidad la compongan las siguientes personas: Uno de los Alcaldes ordinarios que forman la Corporación, Miguel Martín; el Regidor, Saturnino Rubio; el Síndico general del común, Magdaleno Gómez; el cura párroco, Raimundo Lecina; el cirujano titular, Clemente Fernández, y dos vecinos propietarios, Mateo Blasco y Santiago García. Firman el documento varios de ellos y el escribano o secretario que da fe, Andrés Madridano León.
El cólera es una enfermedad infecto-contagiosa causada por una bacteria transmisible a través de alimentos y agua contaminada. Provoca diarrea aguda, vómitos y deshidratación rápida que puede llevar a la muerte. Actualmente el saneamiento del agua, la prevención mediante la vacunación, y el tratamiento con rehidratación extrema y antibióticos ha reducido mucho la mortalidad por esta causa. Llegó a España en 1833, causando alrededor de 200.000 muertes y medio millón de enfermos en tan sólo dos años que duró este primer brote. A pesar del aislamiento de Andalucía (uno de los focos iniciales), y de los cercos sanitarios en La Mancha, entró en Madrid a finales de junio de 1834. De sólo unos días después es nuestro segundo documento.

DOC.2. SALUBRIDAD PÚBLICA 1834: CÓLERA O TRECE MEDIDAS CONTRA EL CÓLERA.

Se trata de una circular fechada en Madrid a 5 de julio de 1834, escrita en letra de imprenta y dirigida al alcalde y Ayuntamiento de Hoyo de Manzanares, en este caso (pues es un escrito tipo, al parecer remitido a todas las poblaciones de la provincia), en el que el Gobernador Civil de Madrid, el duque de Gor, indica un total de trece medidas o prevenciones que se han de tomar para intentar luchar contra el cólera.

Llama la atención, ya en el inicio del texto, que no se emplee la palabra cólera, sino que se hable de las “enfermedades, al parecer sospechosas, que se observan en Vallecas”, (barrio en el que se dieron los primeros casos), y sólo después, ya en Hoyo de Manzanares, se añada al oficio el título de “Salubridad Pública 1834: cólera”. También que pongan en manos de la divina Providencia (al menos en parte), la decisión de que la enfermedad invada o no la población. Estas referencias e importancia de la religión se observan también en el papel asignado a los curas en la lucha contra el cólera pues, como se ve en estas disposiciones, debían formar parte de las Juntas sanitarias (ya visto en nuestro primer documento), para llevar a cabo tareas como elegir, junto a los médicos y alcaldes, los edificios destinados a hospital, realizar cuestaciones, expedir visados para dar medicinas a los pobres, o incluir en sus sermones recomendaciones para huir de excesos y consumo de alimentos nocivos.

Podemos ver en las medidas que se recomendaban u ordenaban contra el brote de cólera de 1833, muchos puntos en común con las tomadas contra la pandemia de Covid-19, como son la limpieza y desinfección de calles y locales, la ventilación de casas, el aislamiento de los enfermos, las ayudas económicas por parte de las instituciones, la obligación de comunicar estadísticas, los procedimientos mortuorios y hasta la imposición de multas por incumplimiento de las citadas disposiciones.

El resumen de la circular, con las medidas de obligado cumplimiento, es el siguiente:

1.- Limpieza de casas, calles y alrededores del pueblo.
2.- Elección por la Corporación, con asistencia del médico y el cura, de un edificio aislado y ventilado que haga las veces de hospital.
3.- Realización de una cuestación que sufrague la creación del hospital, de una suscripción para socorrer a los enfermos que puedan permanecer en sus casas, y de ayudas para la obtención de medicinas para los pobres o para quien carezca de medios para su compra.
4.- Instar al boticario para que se surta de los medicamentos que el médico le indique, así como de cloruro.
5.-El Ayuntamiento, junto con el cura, deben convencer a la población de que “huya de toda clase de excesos” y evite el uso de alimentos nocivos (que el Gobernador había indicado en otra circular anterior). También que a la menor indisposición acudan al médico, pues la rapidez es decisiva en la curación.
6.- En caso de que “se desarrollase el mal en ese pueblo” la Corporación debe dar ejemplo y no abandonar sus cargos y a sus vecinos.
7.- La población debe hacer vida normal, socorrer y no abandonar a los enfermos y cumplir sus responsabilidades. Deben salir diariamente al sol y al aire fuera de la población, así como aislar a los enfermos en barracas o edificios y fumigar las casas donde hayan estado los mismos.
8.- En caso de que los vecinos quedasen sin sueldo, por no poder trabajar en donde lo hacen habitualmente, el Ayuntamiento deberá iniciar alguna obra pública como la reparación de caminos para emplearlos y pagarles con un jornal o unas raciones de comida.
9.- En caso de que el cementerio no esté lo suficientemente alejado de la población el Ayuntamiento, junto con el cura y o el médico, deberán buscar “dentro de las veinte cuatro horas del recibo de la presente” un terreno retirado del pueblo bien ventilado, bendiciéndolo y señalándolo con una cruz de madera, construyendo tapias para su cerramiento o parapeto de tierra sacada de zanjas profundas cavadas a su alrededor. Esta obra se hará inmediatamente, empleando preferentemente a pobres y jornaleros y “…a todos los vecinos por turno riguroso, aún con sus carros y caballerías en los días festivo si fuera necesario para su más pronta conclusión”.
10.- Desde el día en que se señale el nuevo cementerio se dejará de enterrar en las iglesias y cementerios que estén dentro o cerca de la población.
11.- Los hoyos que se hagan para el enterramiento en el cementerio tendrán, al menos, dos varas de profundidad, y los cadáveres se cubrirán con una o dos espuertas de cal viva.
12. Los fondos públicos se emplearán para poder llevar a cabo estas medidas, así como lo recaudado con la suscripción voluntaria de los vecinos y las multas por no cumplirlas. Si no fuera suficiente con esto se propondría al Gobierno Civil otra forma de obtener dinero.
13.- Comunicar semanalmente la estadística de enfermos, curados y fallecidos.
Termina el escrito apelando a la prudencia y el celo de la Corporación y a la caridad del cura: “Espero que la prudencia y celo de ustedes, ayudadas de la ilustrada caridad de ese señor cura párroco, llevarán a puro cumplimiento las anteriores disposiciones…”.
Firma J. El duque de Gor.

DOC. 3. ACUERDO PARA LA TOMA DE MEDIDAS ANTI-CÓLERA, CREACIÓN DE CEMENTERIO Y ACUEDUCTO DE HOYO DE MANZANARES. 18 DE JULIO DE 1834.

La circular con las medidas anti-cólera llega días después a Hoyo de Manzanares y así, el 18 de julio se reúnen de nuevo los Alcaldes ordinarios, el Regidor, el cura y el cirujano titular o médico, entre otros, para tomar un acuerdo.
Nuevamente es un manuscrito realizado en papel sellado con timbre de Fernando VII y validado para el reinado de Isabel II.
Dada la premura del asunto, comienza la reunión con la elección de una persona que haga las veces de secretario, pues el escribano numerario o titular (probablemente Andrés Madridano) ha excusado su asistencia.

El primer punto que aprueban es la designación de una casa destinada a hospital, como se indica en el punto dos de la circular, y de un terreno para cementerio, como se indica en el punto nueve. En este caso supone la creación del cementerio en Hoyo de Manzanares, pues se dice textualmente: “…designación…de un terreno para Cementerio, no sólo con el objeto de que sea por ahora destinado al enterramiento, sino que en lo sucesivo, pues no lo hay en ésta”. Se justifica el lugar elegido, por estar lo suficientemente lejos y poderse ahondar los hoyos que contengan los cadáveres (como se indica en el punto once), “…para evitar toda infestación de muertos a vivos”. Ambos lugares, casa y cementerio, cumplen los requisitos de estar bien ventilados y hallarse alejados de la población.
A continuación se decide adoptar todas las medidas sanitarias y de prevención para evitar el contagio, y encargan al cura y al cirujano titular lleven a cabo las disposiciones que deban tomar, en caso de que no se evite que la población sea “atacada de la peste”.

El cirujano titular hace entonces una importante intervención cuando indica que tal vez la medida más urgente sería la continuación de la construcción del acueducto de la única fuente de que se surte el vecindario de Hoyo de Manzanares, que es bastante numeroso pues cuenta con 400 habitantes. Se explica que las obras de conducción de agua desde la fuente, situada relativamente lejos del pueblo, comenzaron en 1822 y se prologaron hasta el año siguiente, quedando inacabadas por falta de dinero, lo que provocó que quedaran aguas estancadas que en verano desprenden miasmas que las hacen malsanas. Por tanto, la continuación del acueducto solucionaría este problema y aumentaría el caudal de la fuente.

Tras esta sugerencia y las insistentes peticiones de los vecinos, la Corporación decidió traer la fuente a un lugar más cómodo y cercano al centro de la población.

Sin embargo, el problema es que el Ayuntamiento no dispone de fondos para continuar el acueducto ni para crear el cementerio y habilitar la casa hospital. Tampoco sería solución la propuesta del Gobernador Civil por la que se podría obtener dinero a través de cuestaciones y aportaciones voluntarias de los vecinos pues “…no tiene aquí cabida por la infelicidad de sus moradores y la pobreza que se advierte…”. Finalmente se decide solicitar al Gobernador Civil y a la Dirección General de montes una licencia de corta de una mata de monte bajo, con más de veinte años de crezca, para la obtención de fondos que permitan realizar las obras necesarias para la lucha contra el cólera.

ALGUNAS CURIOSIDADES

Alcaldes, Regidores y representantes del pueblo.
Los Ayuntamientos podían estar formados por varios Alcaldes ordinarios y varios Regidores. En el caso de Hoyo de Manzanares, en 1833 teníamos dos Alcaldes ordinarios, Miguel Martín y Manuel Miergo, y un único Regidor, Saturnino Rubio.
Los Diputados del común, Síndicos generales o Personeros del público o del común eran cargos elegidos anualmente entre los vecinos de las poblaciones, para que formaran parte de los Ayuntamientos, representando al pueblo y defendiendo sus derechos.

Fiel de Fechos o escribano.
Era una persona habilitada para hacer las funciones de escribano en los pueblos donde no había. En el caso del primer documento, Andrés Madridano León y en el del tercero, como habilitado, Félix Blasco Crespo.

El Gobernador Civil, Duque de Gor, y la matanza de frailes en Madrid en 1834.
El II duque de Gor, Nicolás Mauricio Álvarez de las Asturias Bohorques y Chacón, firmante de la circular con las trece medidas anti-cólera en 1834, en nombre de la reina Isabel II, era desde el año anterior, además de Gobernador Civil, el único miembro no militar de la Junta para la formación y alistamiento de la milicia urbana de Madrid, cargos que no le satisfacían y que perdió rápidamente tras la matanza de los frailes en la capital a mediados de julio de ese año, relacionada con la extensión de la epidemia de cólera, lo que supuso su cese fulminante y la del resto de las autoridades civiles y militares.

La matanza de los frailes se produjo como un motín anticlerical tras el rumor de que eran los autores del envenenamiento del agua de las fuentes, para propagar el cólera. Para ello habrían pagado a muchachos, mendigos y cigarreras. El origen del cólera en la ingestión del agua de las fuentes se difundió porque algunas personas se habían desplomado tras beberla (probablemente deshidratadas y ya infectadas por la bacteria). El bulo comenzó justificándose porque en días anteriores, alguno de los frailes jesuitas había dicho que la extensión del cólera por la capital “…era el castigo divino contra los descreídos habitantes de la ciudad, mientras que la gente del campo quedaba libre por ser fiel y devota”. En sólo doce horas del día 17 de julio de 1834 fueron asaltados varios conventos de Madrid por parte de diversos grupos de ciudadanos en los que, al parecer, había miembros de la propia milicia urbana, quienes en realidad debían haber defendido a los frailes de los asaltantes. Fueron asesinados 75 frailes, la mayoría del convento de San Francisco El Grande y del Colegio Imperial de San Isidro.

Nuestro Gobernador Civil, duque de Gor, que el día 5 de julio había firmado la circular dirigida a Hoyo de Manzanares con las medidas anti-cólera, dimitió apenas doce días después por ser uno de los máximos responsables de la milicia urbana que participó en la matanza de los frailes.

La Regente Mª Cristina huye del cólera.
Ante los primeros casos de cólera en Madrid, en junio de 1834, la Regente Mª Cristina de Borbón (madre de la reina Isabel II), y los miembros del Gobierno de Martínez de la Rosa se van de la capital. Mª Cristina huye al palacio de la Granja, en Segovia. Esto, junto con los rumores de los ataques carlistas, provocó la indignación y la sensación de desamparo de los madrileños.

El último brote de cólera en España. 1971
El último brote de cólera en España se produjo en 1971. Tuvo lugar en la ribera del río Jalón, cerca de Zaragoza, y obligó a vacunar a más de 600.000 personas en toda la provincia. Se publicó entonces una nota informativa en la que se indicaba que se debían cumplir once normas, entre las que estaban las relativas a la higiene personal, depuración de aguas, limpieza de frutas y verduras o eliminación de excretas.

La fuente llega al centro del pueblo.
Como hemos leído, en 1834 Hoyo de Manzanares no disponía de una fuente en el centro del pueblo que surtiera a sus 400 vecinos, y tal vez no podemos confirmar la continuación del acueducto en años posteriores. Lo que sí sabemos es que once años después, en 1845, siendo alcalde Juan Blasco, el agua llegó a la fuente del Caño.

Pilar García Martín
Hoyo de Manzanares, marzo 2022.

  • Bibliografía
    – AMHM. Archivo Municipal de Hoyo de Manzanares, Madrid. “Instalaciones de Juntas de Sanidad en esta Villa de Hoyo de Manzanares años 1833 y 1850”. Sig. 1811/2
    – Ministerio de Defensa. Aula Militar “Bermúdez de Castro”. 2013. El papel timbrado en España 1637-2009”.
    – Real Academia de la Historia. “Biografía de Nicolás Mauricio Álvarez de las Asturias Bohorques y Chacón”. https//dbe.rah.es/biografías.
    – Wikipedia. “Epidemias de cólera en España”https//es.m.wikipedia.org
    – Redacción Médica. Diario digital. 2021.“Epidemia de cólera de 1971: así fue la última gran campaña de vacunación”. https//redacciónmedica.com